jueves, 28 de abril de 2011

A Ulises Ramírez no le gustan los Narco corridos

El norte de México, lugar con muchas zonas rurales, seco y desértico, que comprende los estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Zacatecas, Sinaloa, Durango, Coahuila, Nuevo León, Chihuahua, Sonora, Baja California Norte y Baja California Sur, se ha caracterizado por ser un semillero de distintos personajes trascendentales a nivel nacional en la historia reciente. Entre ellos destacan personajes revolucionarios como Francisco (Pancho) Villa y Venustiano Carranza, líderes de gran trascendencia en la guerra civil más cruenta en este país, la Revolución Mexicana de 1910 a 1920. También hay presidentes post revolucionarios como Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, quienes fueron pilares en la fundación de lo que a la larga se conoció como el Partido Revolucionario Institucional, hegemón de la política nacional y dueño de los destinos de esta nación durante más de 70 años. También Carlos Salinas de Gortari, Presidente de la República de 1988 a1994 y principal impulsor de muchas de las reformas neoliberales, por mencionar a algunos de los más conocidos. En fin, futbolistas, pintores, intelectuales y empresarios han sido parte de la enorme cantidad de actores relevantes surgidos de esta latitud con amplia repercusión nacional.

En esta tierra árida también han existido otras historias, las de la gente común y humilde, esa que, como en el resto de la República, ante la falta de oportunidades en suelo nacional, no le queda otra opción para sobrevivir y luchar por tener una mejor vida que irse a buscar fortuna “al otro lado”, como se le dice en México a los Estados Unidos. Esta situación social no es algo nuevo en la región; desde antes de la revolución de 1910 y mientras se desencadenaba este proceso bélico en todo el país, en el norte se inició una forma de transmitir y plasmar una gran cantidad de las experiencias sucedidas en la gente común. Nacía así el “corrido” como una manifestación cantada por la cual se narraban los acontecimientos ocurridos desde antes de la revolución y como la manera en la que el pueblo le hablaba al pueblo, sobre todo en la parte más cercana con la frontera a Estados Unidos. Un ejemplo de estribillo dice así:

Qué suerte la del bracero (emigrante) / qué suerte fea e ingrata / pizcar (recolectar frutas o legumbres) en el extranjero / queriendo estar en la patria.

A partir de la manera de relatar este tipo de vivencias con música, es que comienza a crearse la llamada música norteña y sus diferentes ramas.

A través del tiempo, la música norteña ha sufrido cambios y ha adoptado nuevos estilos de música, tanto en el ritmo como en las vivencias y los temas tratados en sus letras. Para conocer un poco más acerca de la vieja y la nueva fase de este género Jorge y Marco se expresan por separado para el proyecto ESPIRAL. Ambos tienen 26 años y viven en la Ciudad de México. Ambos son fanáticos de esta corriente, aunque el primero, lleva relativamente poco tiempo interesado en este ritmo, apenas 6 meses, y el segundo lo ha vivido desde los cuatro años de edad, por ser una tradición en su familia el oír y cantar este tipo de canciones.

Los dos dicen que esta forma de música es una manera de expresión, de sentimiento. Sin embargo, para Marco es un reflejo de una enorme cantidad de vivencias y de temas que afectan al grueso de la población, por lo que ésta puede sentirse identificada. Antes, dice Marco, abogado de profesión, el corrido hablaba de los pobres, era una música de protesta y con contenido político, denunciaba lo ocurrido en cierta parte, hablaba de las injusticias cometidas contra los más necesitados. Luego se fue transformando hacia cuestiones más superficiales, como hablar de caballos o de automóviles. Ahora sus principales exponentes tienden más a la balada, a la canción romántica y dolosa, ya no tanto a lo que era el corrido de antes.

Si el corrido ha perdido fuerza dentro de esta forma de expresión, ¿por qué todavía se habla de música norteña? se le pregunta a Marco. Primero define lo que para él es un corrido:” es la vivencia de una persona o grupo, o el relato de un acontecimiento, contado como una historia, de dolor, de deseo, de llanto, de injusticias, de los que se van para los Estados Unidos y de cómo les va allá. Lo que hace la diferencia es la música; si no usas los instrumentos básicos –el acordeón en primera instancia es indispensable para lograr el ritmo norteño, el bajo, la guitarra y la batería siguen en orden de importancia- y das una cierta tonadita como alargando las palabras, difícilmente se puede hablar de un corrido“.

Dentro de este estilo musical hay varias ramificaciones o tendencias. Además de la música “norteña”, que es un género como tal, existen otras nacidas en este lado de la República, pero que se han propagado a todo el país, como la “ranchera” y la “banda”. La primera es donde más se usa al acordeón como instrumento distintivo. Casi cualquier canción que presuma formar parte de este género debe incluir en alguna parte este artefacto, si no, se pierde esencia y tradición. La segunda rama la componen melodías más lentas y pausadas. Utilizan mucho al mariachi (el cual es, por lo general, un grupo de alrededor de diez músicos que tocan trompetas, violines, bajo y guitarras acústicas como ejes de sus canciones y usan ropa muy distintiva). La tercera rama es un poco más novedosa que las anteriores. Los intérpretes usan muchos instrumentos de viento como la trompeta, la flauta, el trombón, así como la batería y los timbales. Casi no usan guitarras ni bajos. Son ritmos muchas veces más rápidos que los anteriores y se les asimila con la polka.

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